Todos venimos al mundo con heridas que debemos aprender a aceptar. Estas heridas se han ido desarrollando a lo largo de muchas encarnaciones, y en función de nuestro plan de vida, algunas nos harán sufrir más que otras.
Antes del nacimiento, el plan de vida del alma del niño determina qué heridas tendrán que ser activadas para poder sanarlas. Nuestras heridas están activadas desde el momento de la concepción hasta los 7 años de edad.
Todos podemos tener las 5 heridas, pero según los cambios que hayamos realizado a lo largo de nuestra vida, algunas disminuyen y otras aumentan.
Atraemos a las personas que necesitamos en cada momento. Todos tenemos una memoria genética heredada de nuestra familia y una memoria celular que se ha ido acumulando a lo largo de muchas vidas, donde se activaron algunas de estas heridas.
Nuestros padres activan nuestras heridas sin darse cuenta, para que lleguemos a ser conscientes de lo que debemos aprender. Las heridas en las relaciones personales están vinculadas con las relaciones afectivas vividas durante la infancia, y las heridas en el terreno profesional están vinculadas con cualquier forma de aprendizaje.
Según la teoría del triángulo de la vida las heridas pueden ser activadas de tres formas diferentes: tu miedo a ser de una determinada manera con los demás es igual al miedo que tienes que los demás se comporten de la misma manera contigo y en que tú te comportes así contigo mismo.
El ego piensa que el sufrimiento es causado por los demás, esto nos convierte en víctimas, pero es nuestra interpretación de los hechos lo que causa nuestro sufrimiento, no lo que otra persona sea o haga.
El ego, para evitar que sintamos el sufrimiento activado por la herida, nos incita a ponernos una máscara cada vez que la herida se activa. Cuando tomamos conciencia de que hemos dejado el control de nuestra vida en el ego (las creencias que nos impiden ser nosotros mismos) llegamos a ser conscientes de la máscara asociada a cada una de las heridas, y de la necesidad inconsciente que hay detrás.
HERIDA | MÁSCARA | NECESIDAD |
Traición | Controlador | Permitirse ser vulnerable |
Abandono | Dependiente | Reconocer la propia fuerza |
Humillación | Masoquista | Permitirse disfrutar de los sentidos |
Rechazo | Huidizo | Permitirse el derecho a existir |
Injusticia | Rígido | Permitirse mostrar la propia sensibilidad |
Reconocer qué herida está activada y aceptarla nos ayudará a no ponernos la máscara asociada a la misma. Con la aceptación de las heridas, su intensidad se reduce cada vez que son activadas. Aceptar es observar lo que ocurre sin juzgarlo como bueno o malo. Incluso si no estamos de acuerdo con lo que observamos o no lo comprendemos a causa de nuestras creencias.
A medida que aceptamos nuestras heridas llegaremos a aceptar las heridas de los demás. Observando lo que vemos y comprobando que no está ni bien ni mal, podremos aceptar lo que somos en cada momento, evitaremos vivir una y otra vez las mismas experiencias, podremos aceptarnos a nosotros mismos y a los demás y ser más felices.
Que una herida está curada solo quiere decir que lo que sientes ya no domina tu vida. Por ejemplo, serás consciente de que las palabras de alguien te hacen sentir rechazo y serás capaz, rápidamente, de observarlo en ti mientras te dices que forma parte de tu humanidad. El día que te ames y te aceptes incondicionalmente, ya no tendrás la impresión de que los demás te hieren. Tu percepción de las situaciones y de las personas habrá cambiado. La sanación de las 5 heridas, Lise Bourbeau